Recordarás lo loco que está el mundo. Seguirás diciendo que a la gente solo le importa lo que le pasa a ellos mismos, que no se preocupan por los demás, que la humanidad es egoísta. Pero ya no lo creerás.
Cierto, se ha esperado al último momento para demostrarlo. A la destrucción, la desesperación... la muerte. Pero se ha actuado.
Has decidido que no siempre hay que cargar con la pena en solitario. Que el más rico tiene tanto corazón como el pobre. Que una crisis no impide donar dinero, un dinero necesario el día a día, pero no urgente. Has sabido reaccionar, decidir, prestar, gritar, llorar… Estoy segura de que en un momento hasta has dado las gracias, a un ser superior, a tu madre o a un desconocido por la calle; por no haber estado allí, porque ese no era tu país, ni ese montón de escombros tu casa. Pondría la mano sobre el fuego, a que has sonreído al escuchar las noticias de los “milagros” encontrados entre los escombros. A que cada vez que te mandaban un evento sobre la catástrofe no lo desechaste como tantos otros. Me apostaría lo que quisieras, a que le has dado un abrazo más fuerte de lo normal a esa persona que tanto quieres, “por si las moscas”.
Estoy segura de que has aprendido pero, ¿y ellos? ¿Qué pasa con los que lo han perdido todo? ¿Qué va a ser de ellos ahora? ¿Por qué van a sonreír?
El hecho de sobrevivir no va a ser suficiente, las lágrimas de rabia, los abrazos de consuelo, las sonrisas de impotencia. A ellos les toca aprender otra lección, mucho más complicada que la nuestra. A ellos les toca empezar de cero y no mirar atrás. A ellos les toca sufrir. Lamentablemente, nosotros ya no podremos ayudarle...y lo que han vivido es una catástrofe.
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